domingo, 23 de enero de 2011

LA REALIDAD INVENTADA Y LOS CHIVITOS CANADIENSES.

Hoy salí a andar a caballo por la colina que está al lado de mi casa. Mi caballo se llama Máximo, le puse así por mi abuelo que lo quería mucho. Es un caballo negro con un gran lunar blanco en la trompa. Es hermoso. Luego de una cabalgata de dos horas y media, llegué al río que queda al lado del huerto de Don Eugenio y no pude creer lo que veía. La ciudad de Barcelona entera estaba prendida fuego, ardía en llamas por la furia del gran Dragón blanco que bajó enfurecido desde el Tibidabo.

¿No es fascinante lo fácil que es inventar una realidad?

La mente vive creando realidades paralelas, nos hace viajar, a veces nos encarcela, otras nos libera,  nos provoca miedo, ira y amor, nos crea deseos o necesidades. Si pienso en agua tengo sed, si pienso en comida siento hambre.

Pero ¿Cuánto crea mi mente y cuánto es verdad? Y de lo que es verdad ¿Cuánto es verdad y cuánto crea mi mente?
Del inmenso mundo que me rodea tengo dudas. Y a esta altura, incluso, tengo más dudas que certezas. Paso el día filtrando mi realidad por el estricto tamiz de mi memoria, de mi pasado, de mis exigencias, de mis deberes, de mis derrotas y aciertos, de mis deseos, de mis ambiciones.

Si leo un cuento y en ese cuento el autor habla de la existencia de un dragón, mi mente ve al dragón. Luego cierro el libro y el dragón desaparece porque es obvio que los dragones no existen.
Ahora ¿qué pasa cuando un anuncio publicitario me hace creer que si como cereales con frutos rojos voy a ser mucho mas feliz? ¿Qué pasa cuando un noticiero me dice que hay guerra donde no la hay, que los malos son estos y no los otros? ¿Qué pasa cuando la sociedad me hace creer que debo seguir un camino determinado o debo sentir que fracasé?¿Qué pasa cuando compro ropa para que me quede como el afiche de la pared, cuando leo revistas de moda que me muestran mujeres de 60 años con la piel de una adolescente, felices, famosas y ricas no se sabe por qué? ¿Qué pasa cuando la religión me llena de culpas y miedos por esto o por aquello, cuando por la calle alguien me dice guapa, cuando mi jefe critica mi trabajo, cuando mi madre me dice te quiero, o no me lo dice, cuando me miro al espejo y me peino de esta u otra manera? ¿Qué pasa en mi mente con esos dragones que van introduciéndose en la estructura de mis pensamientos, en mi vida, en mi cotidianeidad?

¿Qué libro tengo que cerrar para que estas realidades inventadas desaparezcan?

¿No es la religión una realidad inventada? ¿No son los noticieros contadores de historias a su manera? ¿No crean los anuncios realidades ideales que no existen haciéndonos desear o temer lo que ellos quieren? ¿Qué pasa con mi memoria recordando todo esto y viviendo luego en función de eso? ¿Qué pasa con mi mente moviéndose de aquí a allá, con mi mente escuchando, sintiendo, viendo, experimentando, estructurándose en función de todas esas realidades inventadas?

Heme aquí. Tan centrada y realista como todos. Y tan engañada y trastornada como cualquiera.

A través de ese tamiz escribo ahora. A través de ese filtro te veo, me veo, me pienso, me exijo y vivo.

Partamos de la base de que nada es realidad, esa es por ahora la realidad más concreta que he conocido. Jugueteemos entonces con la realidad inventada a nuestra manera. Nada es tan serio ni tan real. Todo tiene mucha más gracia de lo que vemos. El mundo, todo el mundo, es lo que diga tu mente. Ordena a tu mente la realidad que tu quieres y ese será tu universo.  


Chivito canadiense al pan (para mi realidad inventada de hoy).

Ahora tu imaginación pensará en un chivito de metro y medio entre dos panes enormes. Pues no, no se por qué se llama “chivito”, porque en realidad se trata de una especie de hamburguesa criolla llena de cosas ricas. Y tampoco se por qué le llaman “canadiense”, pero en mi tierra eso significa que te vas a poner hasta el gorro de comer.
 

Mira: para hacer un buen chivito básicamente se necesita un pan redondo (tipo hamburguesa) partido al medio. A ambas mitades las untas de mayonesa y luego le agregas: un filete fino de ternera a la plancha, bacon frito, huevo duro en rodajas, mozzarella, jamón dulce, cebolla frita, champiñones en láminas rehogados en aceite, aceitunas verdes en trocitos, pepinillos picantes y tooodo lo que tengas en la nevera que te apetezca en ese momento. Lo tapas y lo llevas al horno. Cuando está calentito lo sacas y le agregas tomate y lechuga (esto no se bien por qué se hace, porque entre tantos ingredientes no se quién puede ser capaz de distinguir una hojita de lechuga).  

  Cómelo con las manos como si fuese un hamburguesa. 
Con los dedos deberás controlar que los ingredientes no se te escapen. Los jugos de los elementos se te chorrearán por las manos, muñecas y brazos. Es la comida menos sexy del mundo. Pero probablemente una de las más ricas. Ideal para una cena sin complejos, donde el objetivo es saborear, comer mucho y pasarla bien. Ideal para olvidar las realidades inventadas de los otros y sumergirte en tu contundente e inevitable presente.
 

“Emancípate de la esclavitud mental. Sólo tú puedes hacerlo”  
Bob Marley.

7 comentarios:

Susana Terrados dijo...

Impresionante y fascinante reflexión. Yo diariamente tengo que ajustar mi mente a nuevas realidades que se acoplen a mi vida como cuando el ordenador realiza las actualizaciones diarias.
Y lo del chivito, perdoname, pero es insoportable. Me viene a la boca su sabor, su imagen, el plato lleno, los grandes mordiscones...ummm y es que una de las cosas más asombrosas que conocí en Uruguay fueron los chivitos "al plato" o "al pan". Lindos recuerdos de sabores.
Besos.

impresiones de una tortuga dijo...

No sé qué decirte, Papámba, entre las realidades inventadas y el chivito, me he formado un lío...¡que no veas!, pero una cosa sí que tengo clara: ¡me encanta leerte! disfruto cada palabra, cada sílaba, cada letra.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Papámba,

Coincido con "Impresiones de una Tortuga", leerte es un placer! Siga asi mi amiga, alegre los corazones y enriquezca el espíritu de estos ávidos lectores.
Besos: Caro de Bcn

Graciela Bello dijo...

Hola amiga! Gracias por tu mensaje!
Me gusta tu encabezado: lo que dices es pura filosofía zen: disfrutar de cada pequeño acto de nuestra vida amorosamente.
También me agrada tu texto sobre las realidades inventadas y tus reflexiones al respecto.
Me encantan los champignones, los tomates...pero hace años que descarté las carnes rojas.
Piensa si un sandwich de pan tostado, con sésamo, relleno con queso, tomate, hongos, algún huevo duro ya no es una exquisitez?
Te mando un beso y volveré a visitarte!!!!

MucipA dijo...

Acabo de pasar por aquí y mi estómago ha empezado a sonar de hambre, pero, ¿cuánto es verdad y cuánto ha inventado mi mente?
Lo cierto es que me comía yo un chivito ahora mismo...

Saludos!

El Herrero dijo...

haber puntualizar dos cosillas jeje...
1- me ha gustado mucho tu blog, en verdad, felicitaciones...
2- creo, y no estoy errado, el chivito es una especie de invento de mi país Uruguay, el canadiense es como una especie de almuerzo rápido, claro que es mas consistente que un choripan o hamburguesa, pero existen varios chivitos el que recuerdo ahora y es porque lo he probado varias veces,es el chivito al plato...eso si que es comida por diossss, te lo sirven en bandejas o platos grandes y te confieso que hay que tener mucho apetito para poder terminarlo, lleva huevo frito,ensalada rusa,etc etc,grrrrrr me hiciste recordar no pasa de esta semana que me mande uno para el estómago y sacaré fotos y te a visaré asi las ves,ok?
3- un afectuoso saludo de despedida,nos seguiremos leyendo....

richard

Anónimo dijo...

Dicen que el nombre del chivito nació una madrugada de verano en un restaurante que estaba al cerrar de Punta del Este, donde llegó un grupo de porteños con mucho alcohol y apetito encima. Se sentaron en una mesa y cuando les preguntaron que querían comer le dijeron Un chivito, pibe!!!. El cocinero se volvió a poner el delantar, y juntó los ingredientes que le habían quedado: un poco de lomo, panceta, lechugas, tomates, etc.Los puso entre dos panes y se los sirvió diciendo: Aqui está el chivito que pidieron, Buen provecho!. El caso es que gustó tanto el plato, que los porteños volvieron varias veces al mismo rstaurante para pedir el "chivito".