martes, 2 de marzo de 2010

UN MEMORABLE DÍA CUALQUIERA.



Cuando me mudé a Barcelona vivía en un piso muy antiguo del barrio Poble Sec. El barrio donde nació Juan Manuel Serrat curiosamente. Era un quinto sin ascensor. Decir que el piso era luminoso porque las escalaras eran insufribles.
Tenía un balconcito muy pequeño, desde donde se podrían ver los tejados de las casas y edificios hasta el mar.
Creo que cuando la vida no te pone delante momentos bonitos y especiales hay que buscarlos, así que yo los buscaba en este apartamento a mi manera.
Este fue un día donde puse en el balcón una mesita pequeñísima, la única que entraba, con una servilleta grande de tela que hacía de mantel. Un farolito de hierro que había comprado en un mercadillo callejero con una velita, una botella de vino, dos copas, un poco de queso, una ensalada fresca, un poco de pan y fuet.


Un lugar común de un día común se transformó en algo mágico, en un momento especial que recordar y fotografiar. Ahora, ese día que hubiese pasado desapercibido, nadie me lo quita de la memoria.



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