Si tienes mucha suerte en la vida y cuentas con un parrillero como este, una escalivada a la brasa es la mejor manera pasar un buen rato.
Pones unos pimientos rojos, unos puerros, unas berenjenas al calor y mirando el fuego, charlando y tomando un buen vino esperas a que se ablanden y arruguen su piel.
Luego lo quitas del fuego y siguiendo el mismo mágico y lento ritual, vas quitando la piel de todo sin prisas.
Solo queda cortarlo todo en tiritas e ir colocando en una bandeja onda una capa de verduras, un poquito de ajo picado y anchoas. Estas capas las repites hasta que terminas con los elementos.
Al final lo cubres con anchoas y un buen aceite de oliva.
En el fuego sigues cocinando otras cosas porque lo ideal no es comerlo enseguida es esperar al día siguiente a que los sabores se compenetren. Al día siguiente recordarás el fuego del día anterior. El olorcito a las brasas y con suerte, las mejores partes de tu conversación.