Uno siempre cree estar al margen de la humanidad. Es la humanidad y yo. Ellos y yo. Los otros y yo. A veces parece que cuando hablamos no somos ni gente, ni seres humanos, ni pertenecemos a la tierra, no somos “alguien” ni siquiera. Somos NOSOTROS, algo raro separado del resto, que son ELLOS. El tema es que ELLOS, para ELLOS, también son NOSOTROS, o sea que si nos ponemos a pensar, ELLOS, para todos NOSOTROS ¡somos NOSOTROS MISMOS! Entonces ¿quiénes son ELLOS?.
En fin, llamar ELLOS al resto, es una bonita manera de criticar sin criticarnos, de culpar, sin culparnos, de acusar sin acusarnos y de reclamar un cambio, sin cambiarnos. Cuando en realidad “yo, la humanidad”, “yo, gente”, soy el que debo culparme, acusarme, criticarme y por fin, cambiarme. Pero no, ese es un trabajo muy duro. Para eso tengo que nacer de nuevo.
“Pueblo chico, infierno grande” dice el dicho. Un montoncito de seres humanos viéndose las mismas caras todos los días, es lo que pasa, llega un momento que de lo único que tienes para hablar y pensar es de la cara del señor que tienes enfrente. Llega un momento que el señor que tienes enfrente pasa a ser más importante que tu propia vida y comienza a ocupar todo tu pensamiento y tus ratos libres. Los domingos cuando se despierta al lado de su mujer, el primer pensamiento y comentario es hablar del señor ese que se cruzó ayer por la calle y que tanto le molesta y que nada tiene que ver con él, pero no importa, le molesta. Mucho mejor hablar del señor ESE que ES ÉL y no del señor ESTE que SOY YO. Y de la señora ESTA que ERES TU. Eso demandaría mucho trabajo y muchos cambios porque si empezamos a hablar de la señora ESTA que ERES TU y del señor ESTE que SOY YO, seguro la conversación termina en divorcio. Y ahí le vas que hablar a los señores ESOS de enfrente, para que cuando se levanten por la mañana hablen de los señores ESTOS que SOMOS NOSOTROS.
“NUESTRA” tortilla de zanahoria y cebolla.
Esta receta la coniné para NOSOTROS, así que si no te queda bien no te preocupes. No será TU culpa, será MIA:
Para hacer esta receta tienes que tener muchas ganas de cortar. Cortas cebolla muy finita. Cortas zanahorias muy finitas. Cortas ajo muy finito. Cortas morrón rojo (pimiento) muy finito. Cortas judías (chauchas) muy finitas. Y pones todo a freir en aceite de oliva (que lo cubra) unos minutos hasta que quede tierno, pero crugiente.
Llegado a este punto quitas todo el aceite, agregas sal, pimienta y 5 huevos (tienes que tener muchas ganas de cortar y muy poco colesterol).
Luego lo fríes de un lado y del otro. Se trata de que te quede armada, crugiente por fuera y tierna por dentro.
Es un plato muy sabroso. Si yo fuese mi vecina de al lado, me moriría por ser NOSOTROS, cuando cocinamos esta receta.
En fin, llamar ELLOS al resto, es una bonita manera de criticar sin criticarnos, de culpar, sin culparnos, de acusar sin acusarnos y de reclamar un cambio, sin cambiarnos. Cuando en realidad “yo, la humanidad”, “yo, gente”, soy el que debo culparme, acusarme, criticarme y por fin, cambiarme. Pero no, ese es un trabajo muy duro. Para eso tengo que nacer de nuevo.
“Pueblo chico, infierno grande” dice el dicho. Un montoncito de seres humanos viéndose las mismas caras todos los días, es lo que pasa, llega un momento que de lo único que tienes para hablar y pensar es de la cara del señor que tienes enfrente. Llega un momento que el señor que tienes enfrente pasa a ser más importante que tu propia vida y comienza a ocupar todo tu pensamiento y tus ratos libres. Los domingos cuando se despierta al lado de su mujer, el primer pensamiento y comentario es hablar del señor ese que se cruzó ayer por la calle y que tanto le molesta y que nada tiene que ver con él, pero no importa, le molesta. Mucho mejor hablar del señor ESE que ES ÉL y no del señor ESTE que SOY YO. Y de la señora ESTA que ERES TU. Eso demandaría mucho trabajo y muchos cambios porque si empezamos a hablar de la señora ESTA que ERES TU y del señor ESTE que SOY YO, seguro la conversación termina en divorcio. Y ahí le vas que hablar a los señores ESOS de enfrente, para que cuando se levanten por la mañana hablen de los señores ESTOS que SOMOS NOSOTROS.
“NUESTRA” tortilla de zanahoria y cebolla.
Esta receta la coniné para NOSOTROS, así que si no te queda bien no te preocupes. No será TU culpa, será MIA:
Para hacer esta receta tienes que tener muchas ganas de cortar. Cortas cebolla muy finita. Cortas zanahorias muy finitas. Cortas ajo muy finito. Cortas morrón rojo (pimiento) muy finito. Cortas judías (chauchas) muy finitas. Y pones todo a freir en aceite de oliva (que lo cubra) unos minutos hasta que quede tierno, pero crugiente.
Llegado a este punto quitas todo el aceite, agregas sal, pimienta y 5 huevos (tienes que tener muchas ganas de cortar y muy poco colesterol).
Luego lo fríes de un lado y del otro. Se trata de que te quede armada, crugiente por fuera y tierna por dentro.
Es un plato muy sabroso. Si yo fuese mi vecina de al lado, me moriría por ser NOSOTROS, cuando cocinamos esta receta.
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