BELLEZA Vs CONTENIDO.

Dicen que la belleza riñe muchas veces con la inteligencia.

Estoy de acuerdo.

No es que sea guapa y tonta. O inteligente y fea.

Es sólo que lo he experimentado en carne propia.

Si le doy rienda suelta a mi inteligencia he visto como, delante de mis ojos, mis cabellos se opacan, la piel de mi rostro se apaga, mi espalda se encorva y me invade un color blanquecino que invita a coger una resma de ajos en una mano y un crucifijo en la otra.

Me miro al espejo. Me asusto. No se quien es esa “señora” que está al otro lado y  que me mira con esa cara de asco. Y es ahí cuando decido ponerme manos a la obra.

Me hago un baño de color en el cabello que lo deja brillante y lozano, tomo sol 15 minutos al día durante dos semanas, hago ejercicio, me compro ropa que resalta mis atributos, me maquillo con toques mágicos, me pinto las uñas de los pies de un granate muy distinguido y de pronto me encuentro con la cabeza tan vacía de contenido que comienzo a cuestionarme si podría aprovechar ese espacio para guardar algo… no se… bisutería?

Me avergüenzo de mi misma. Yo no soy una “tontita” “guapita”.

Voy al kiosco y luego de un esfuerzo sobrehumano por no mirar ninguna revista de moda, compro tantos periódicos que casi no me caben en la bolsa.

Me informo, debato sobre lo leído, repaso todas las columnas de opinión, me empapo de realidad y paso unos cuantos días embebida en libros, en la contexto del mundo en el que vivo, mantengo conversaciones interesantes, miro documentales, paso por un espejo, me miro y me digo con orgullo:

 “Eso es nena. Demuestra que no sólo eres una cara bonita.”

Y también me digo:

 “Es más, no eres una cara bonita en absoluto.”

Es más:

 “Perdone. ¿Está su hija? Es igualita a usted pero 20 años más jóven”.

Belleza o inteligencia. Inteligencia o Belleza.

Si ambas han logrado convivir en ti. Enhorabuena.

Yo te esperaré en uno de los dos extremos.

O bien con el cabello opaco, pero ilusionada por el interesante encuentro.

O bien buena como un tren, pero no me acordaré ni de que te estaba esperando.   

En cualquiera de los dos extremos… habrá que comer ¿No?

TARTA DE CALABACÍN Y JAMÓN DULCE.

El primer ingrediente de esta tarta es una copa de vino.

Como siempre, no sigo ninguna receta, así que me divertí mucho mezclando ingredientes, bebiendo un buen vino e imaginando sabores.

En una sartén sofreí una cebolla y tres dientes de ajo.

Cuando estuvieron dorados agregué 4 calabacines blancos pelados y cortados en laminas y unos 8 champiñones grandes cortados en láminas.

Lo sofreí a fuego lento durante unos 45 minutos en aceite de oliva y agregué sal y pimienta negra.

Luego lo mezclé con 5 cucharadas de queso crema, 4 huevos y 100 gramos de jamón dulce cortado en tiras.

Lo coloqué en una asadera y lo cubrí con una mezcla de 4 quesos.

Lo doré en el horno y listo.

Fuera de broma, no se si la belleza se pelea con la inteligencia.

De lo que podemos estar seguros es de que la belleza es maravillosamente relativa.

La inteligencia, maravillosamente real.

Que aproveche.