Lo se, parece una contradicción, pero ¿nunca te sentiste en compañía y sólo a la vez? ¿Y al revés? ¿Solo y a la vez acompañado? Eso es que te llevas muy bien contigo mismo.
En una fuente de horno colocas dos cebollas cortadas en rodajas y algunos dientes de ajo enteros. Lo riegas con aceite de oliva y sal y lo llevas al horno unos 15 minutos hasta que la cebolla se dore.
Lo retiras y colocas encima unas 20 sardinas pequeñas y algunas gambas. Salpimiéntalo a tu gusto y lo llevas al horno unos minutos hasta que estén doraditas.
Las comimos con los dedos, quitándoles las espinas y cabeza con la paciencia y destreza de un cirujano. Chupamos las cabezas de las gambas, las pelamos con detenimiento y casi ni nos miramos. Estaba tan rico. Sólo nos concentramos en los sabores fuertes y textura delicada del plato.
Sólo dos o tres veces nos interrumpimos para llamarnos la atención: “está riquísimo!” repetíamos.
Estábamos evidentemente acompañados.
By Frans.
En una fuente de horno colocas dos cebollas cortadas en rodajas y algunos dientes de ajo enteros. Lo riegas con aceite de oliva y sal y lo llevas al horno unos 15 minutos hasta que la cebolla se dore.
Lo retiras y colocas encima unas 20 sardinas pequeñas y algunas gambas. Salpimiéntalo a tu gusto y lo llevas al horno unos minutos hasta que estén doraditas.
Las comimos con los dedos, quitándoles las espinas y cabeza con la paciencia y destreza de un cirujano. Chupamos las cabezas de las gambas, las pelamos con detenimiento y casi ni nos miramos. Estaba tan rico. Sólo nos concentramos en los sabores fuertes y textura delicada del plato.
Sólo dos o tres veces nos interrumpimos para llamarnos la atención: “está riquísimo!” repetíamos.
Estábamos evidentemente acompañados.
By Frans.
No hay comentarios:
Publicar un comentario